Es pecado no volar cuando se tienen alas
Si alguien me preguntara por qué me gustó tanto la Maite Dono de Circus Girl (El Gaviero, 2009) y por qué ahora me ha gustado tanto la Maite Dono de Sobras, no sabría que contestar de entrada. Pasados unos segundos, me asaltarían varias razones y comenzarían a agolparse una detrás de otra. Primero, por la pluralidad de voces que, mediante el empleo de los puntos suspensivos, parecen ramificarse a lo largo del poemario pero que al mismo tiempo forman una voz unívoca repleta de matices, dudas, súplicas (“Mátame/ Mátame/ Mátame/ Glenn mata a esta”), preguntas (“¿Qué haces removiendo mi mierda?”), sentencias (“Puta/ Tú no conoces la ciudad), propuestas (“Invadir de lenguas el espacio mixto de la boca/ Arrumacarnos/ Infectarnos de silencio/ Olvidar lenguas maternas/ Abecedarios”), observaciones (“Aún no he comprendido ese pasaje y tu grito”) o descripciones del paisaje interior (“Ella cierra los ojos/ Al paisaje nevado/ Por donde una y otra vez caminamos la tristeza/ La nieve que existe está toda dentro/ Por muy blancas que se hagan las cumbres/ Sólo espectros/ …)”).
Segundo, por ese poder de reinvención del que se ha hablado. Por ejemplo, en la capacidad de volver a hablar del “cuervo” y de mostrar este animal desde otro prisma, junto a un paisaje que la poeta puebla de personajes excéntricos (“Los pájaros de nombre cuervos invaden la pradera pretérita/ Esos negros alados comían ingentes cantidades de gusanos/ Y alguien lloraba en la ducha/ Y entre las camelias/ Y se daba cabezazos contra una piedra/ Y hacía coreografías en su cabeza/ Y encontraba esqueletos de pájaros/ Que clavaba en puertas/ Que eran cuadros”) e imágenes morbosas o, si no morbosas, que causan extrañeza:”También maté a un pollo porque lo amaba demasiado/ Era blanco y lo llené de agua con una cuchara/ Reventó como una vieja presa/ Quise morir de algo/ Fracasé/ …/ Eres sólo un cajón, sólo un cajón/ Estoy lleno de cajones/ Me odio”.
Porque, me repito, esta escritora se atreve, experimenta y no se queda a medio camino en la mera indagación. Lo consigue. Utiliza el sexo, utiliza vocablos como “puta” del mismo modo que utiliza “grito”, “frío”, “sopita” o “Venus”. Y todo casa. Y nada queda fuera de lugar, porque los textos se entretejen mediante un material que no deja resquicios ni brecha alguna: la poesía. En estado puro.
Porque sus poemas son extraños y pican como una herida, entonces tú rascas y rascas, perforas. Y llega el poema-morbo, la imagen que espanta y atrae al mismo tiempo, el ritmo, una especie de cadencia donde aflora el talento musical de Dono. Poemas que penetran primero como un grito y te habitan luego como un eco y hablan de una grieta que, en función del lector, puede tomar cuerpo de una u otra forma, pero es grieta universal, grito y silencio. De ahí que todos reconozcamos sus síntomas.
Porque sólo ella escribió los versos “Sal fuera de mí/ Déjame en mi silencio/ La ventana por la que entraste sigue abierta/ Creo/ Ven a mí y jódeme/ Cierra esa puta ventana de una puta vez y quédate/ Qué es la pureza?/ Tú lo sabes?/ Jódeme” (Circus Girl) y porque sólo ella ha escrito“Con las uñas y los dientes del silencio/ he arrancado lentamente esta carne caliente/ Humeante carne de amar/ Humeante marmita de emoción/ Emoción-revolución/ Sólo siento/ Sólo soy esto/ Te jodes/ …/ Ahora siéntate y escucha/ Estamos hechos/ Abandona a Kant y jódeme/ Jódeme/ El uno para el otro?”.
Porque no hay muchos poetas que sean capaces de agarrar el dolor y la nada en un puño y lanzárnoslo hecho poema. Y Maite Dono lo logra.
Por eso.
Fuente: Koult
No hay comentarios:
Publicar un comentario